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Lesiones de los pianistas - Conclusión

Las lesiones de los pianistas: Conclusión (por Thomas Mark)

Las lesiones de los pianistas: La reeducación del movimiento es la clave de la recuperación

7. Conclusión

La reeducación del movimiento es un proceso exigente. Requiere una atención consistente y cuidadosa, conforme el pianista lesionado toma conciencia del uso coordinado de todo el cuerpo para tocar cada nota. Describir esto en detalle requiere un libro (como mi libro “What Every Pianist Needs to Know about the Body”, distribuido por GIA Publications). La instrucción individual de un profesor apropiado es inmensamente útil, especialmente en las etapas iniciales. El tiempo requerido para la recuperación varía mucho, pero algunos pianistas lesionados que no podían tocar en absoluto han progresado en seis meses hasta poder tocar de nuevo, sin restricciones ni dolor. Otros pueden tomar un tiempo más largo o más corto. Mucho depende de la duración y la gravedad de la lesión y la dedicación del pianista.

No describiré la reeducación del movimiento aquí en más detalle, pero concluiré con tres sugerencias prácticas. Los tres principios que ofreceré apuntan más a la prevención que a la cura, pero si los profesores inculcaran estos hábitos en sus alumnos, veríamos menos lesiones.

El primer principio es sentarse a la altura correcta e insistir a los estudiantes (o a sus padres) en que la banqueta de casa esté a la altura correcta. Algunos métodos de piano dicen cosas como “el antebrazo debe estar nivelado (horizontal) cuando el alumno se sienta erguido y sin encorvar los hombros”, lo cual es correcto; es prácticamente el mismo consejo que se encontraría en cualquier texto sobre ergonomía. Si una persona no está a la altura correcta, es probable que el cuerpo lo compense en alguna parte. Una persona que se sienta demasiado bajo puede encorvar los hombros o levantar los codos, una persona que se sienta demasiado alto puede dejar caer la muñeca o tirar de los hombros hacia abajo. Todas estas compensaciones implican una actividad muscular estática que limita la libertad y, con el tiempo, puede provocar lesiones.

Dado que la altura correcta de la banqueta es la que coloca el antebrazo al nivel correcto, no es la misma para todos, y puede no ser la misma incluso para personas de la misma estatura. La altura correcta de la banqueta está determinada por la relación entre la longitud del brazo superior (desde el hombro hasta el codo) y la longitud del torso, y esta proporción varía de una persona a otra. Una forma práctica de encontrar la altura correcta es sentarse erguidos con los brazos colgando libremente y las yemas de los dedos apoyadas sobre las teclas. Entonces, ajustar la altura de la banqueta para colocar la punta del codo al mismo nivel que la superficie de las teclas blancas. Para muchos pianistas, la altura correcta se sentirá alta al principio, ya que la mayoría de las banquetas son demasiado bajas para la mayoría de las personas. Incluso las banquetas ajustables no llegan lo suficientemente alto para muchas personas.

El segundo principio es evitar que caiga la muñeca. La muñeca debe estar más o menos recta con el antebrazo, sin arquearse hacia arriba ni caer apreciablemente por debajo del nivel de los nudillos principales. La razón es que cualquier otra posición ejerce presión sobre los tendones a medida que pasan por el túnel carpiano. Flexionar enérgicamente la muñeca (como en las “octavas de muñeca”) es una causa importante del síndrome del túnel carpiano. Cuando la posición de la muñeca se sitúa en el rango medio los dedos se mueven más fácilmente y tienen mayor fuerza, con menor estrés para los tendones.

El tercer principio es evitar la desviación cubital y radial de la mano. Es decir, la mano no debe girarse hacia ninguno de los lados, sino que debe estar alineada con el antebrazo por ambos lados lo mismo que arriba y abajo. Una vez más, la razón es anatómica: la flexión lateral de la muñeca inhibe los movimientos libres de los dedos y ejerce un estrés adicional sobre los tendones que pasan desde el brazo hasta a la mano. Las situaciones comunes en las que las personas desvían la mano son al mover el pulgar hacia el teclado o al tocar en teclas negras con el pulgar. La desviación de la mano es una de las causas más comunes de lesiones en pianistas. (En términos de las cuatro causas de lesión explicadas anteriormente, dejar caer la muñeca y desviar la mano, ambas cosas cuentan como posiciones desviadas).

Estos tres principios no son igualmente fáciles de adoptar. El primero, corregir la altura de la banqueta, es sencillo. La persona pronto se acostumbra a la nueva altura, y la mayoría de las personas descubren que cuando se corrige la altura de la banqueta su forma de tocar mejora inmediatamente. Los otros dos principios son más difíciles de asimilar, ya que pueden implicar el cambio de hábitos establecidos hace mucho tiempo. Si tengo como hábito el dejar caer mi muñeca al tocar acordes, o si desvío la mano al pasar el pulgar en una escala, tendré que aprender una nueva forma de realizar esas tareas.

A lo largo de este escrito, he abogado por la reeducación del movimiento como la forma de evitar o curar lesiones. Pero hay otro punto que es igualmente convincente: si nos movemos de manera eficiente tocamos mejor. Muchos pianistas han seguido una reeducación tras una lesión porque era la única forma en que podían volver a tocar, y luego han descubierto que podían tocar mejor que antes. Otros han seguido una reeducación sin haberse lesionado y han descubierto lo mismo: podían tocar mejor, con mayor facilidad, tocar piezas más difíciles y superar problemas que antes parecían insalvables. Estos hechos son profundamente importantes, y cada pianista o profesor debe reflexionar sobre ellos. Lo que implican, según creo, es que todos nosotros, estudiantes, pianistas y especialmente profesores, deberíamos esforzarnos por aprender los principios del movimiento eficiente al piano y aplicar esos principios primero en nuestra forma de tocar (ya que no podemos enseñar lo que no podemos hacer) y luego en nuestra enseñanza. Una técnica eficiente no solo es la manera de curar o evitar lesiones, sino que es la mejor manera de avanzar en nuestros objetivos artísticos.

(Traducido del artículo Pianists’ Injuries: Movement Retraining is the Key to Recovery).

Thomas Carson Mark

Escrito por:

Thomas Carson Mark

Thomas Carson Mark estudió piano en Nueva York con David Bar-Illan y Jeannette Haien y luego filosofía en la Universidad de Columbia donde obtuvo el título de Doctorado. Su disertación “Spinoza’s Theory of Truth” recibió un premio y fue publicada por Columbia University Press. Enseñó filosofía durante varios años, luego dejó la academia y regresó al piano. Después de mudarse a Oregon, organizó y actuó en una formación de música de cámara. Asistió al Taubman Institute of Piano de 1994 a 1999, donde trabajó durante tres años como asistente de prácticas, y dictó conferencias desde 2000 hasta 2002 en el Piano Wellness Seminar. Estudió el Enfoque Taubman con Robert Durso, y Alexander Technique y Body Mapping con Barbara Conable,

Es el autor del libro “What Every Pianist Needs to Know about the Body” actualmente disponible en inglés, japonés, chino y coreano; y el DVD con el mismo nombre, publicados ambos por GIA Publications. También es autor del artículo «Pianists’ Injuries» y de dos artículos filosóficos relacionados con la interpretación: «Philosophy of Piano Playing: Reflections on the Concept of Performance» (Philosophy and Phenomenological Research, 1981) y «On Works of Virtuosity» (Journal of Philosophy, 1980).

Su último libro, “Motion, Emotion, and Love: The Nature of Artistic Performance” (publicado en 2012 por GIA Publications) explora cuestiones relacionadas con el concepto de la interpretación artística.

Lesiones de los pianistas - Dos obstáculos para la comprensión

Las lesiones de los pianistas: Dos obstáculos para la comprensión (por Thomas Mark)

Las lesiones de los pianistas: La reeducación del movimiento es la clave de la recuperación

6. Dos obstáculos para la comprensión

La analogía de los deportes

En nuestra sociedad orientada al deporte, las comparaciones con los deportes están en todas partes y pueden ser muy perjudiciales. En realidad, tocar el piano no es como un deporte de resistencia, y construir la técnica no es una cuestión de desarrollar músculos. La cantidad de fuerza física requerida para tocar el piano es muy pequeña, y la resistencia no es un problema si uno se está moviendo de manera eficiente. El solo peso del antebrazo es suficiente para hacer descender las teclas. Hacer que este peso esté disponible según sea necesario es una habilidad compleja; necesitamos movernos rápida y eficientemente Pero no es una cuestión de fuerza.

La analogía de los deportes infecta nuestra forma de lidiar con las lesiones; podemos decirnos “no hay ganancia sin dolor” cuando nuestros brazos están doloridos, y seguir practicando de la misma manera. Si sentimos debilidad en las manos, un síntoma frecuente de lesión, creemos que la respuesta es hacer ejercicios para fortalecerlas. De hecho, esto solo puede empeorar el problema. Si una estructura se lesiona, trabajar más duro no promueve la curación. Algunas (muy pocas) comparaciones entre tocar el piano y los deportes pueden ser útiles, pero en su mayor parte la analogía de los deportes es engañosa y perjudicial.

Los argumentos de autoridad

Tengo en mente el invocar a un famoso pianista o maestro como una justificación para algún elemento relacionado con tocar el piano. “Horowitz lo hacía de esta manera” o “Vengerova enseñaba tal o cual cosa”. Una razón para sospechar es que a menudo no tenemos forma de saber si las afirmaciones son ciertas, especialmente con personajes históricos. Más importante, sin embargo, es que la autoridad de un famoso pianista o maestro no hace que un movimiento sea eficiente. Lo que lo hace eficiente o ineficiente son los hechos de la anatomía. Algunos pianistas famosos se movían muy eficientemente, otros tenían técnicas que incluían formas ineficientes de movimiento (como demuestran los pianistas famosos con lesiones). Necesitamos tener el conocimiento necesario para reconocer el movimiento de naturaleza estresante, y si alguien intenta justificar un movimiento de naturaleza estresante diciendo que “tal o cual pianista lo hacían de esa manera”, tenemos que responder que, si es así y tal o cual pianista realmente se movían de esa manera, se arriesgaban a sufrir una lesión, y si enseñaban esa manera de moverse, ponían a sus alumnos en riesgo de lesión.

>> 7. Conclusión

(Traducido del artículo Pianists’ Injuries: Movement Retraining is the Key to Recovery).

Thomas Carson Mark

Escrito por:

Thomas Carson Mark

Thomas Carson Mark estudió piano en Nueva York con David Bar-Illan y Jeannette Haien y luego filosofía en la Universidad de Columbia donde obtuvo el título de Doctorado. Su disertación “Spinoza’s Theory of Truth” recibió un premio y fue publicada por Columbia University Press. Enseñó filosofía durante varios años, luego dejó la academia y regresó al piano. Después de mudarse a Oregon, organizó y actuó en una formación de música de cámara. Asistió al Taubman Institute of Piano de 1994 a 1999, donde trabajó durante tres años como asistente de prácticas, y dictó conferencias desde 2000 hasta 2002 en el Piano Wellness Seminar. Estudió el Enfoque Taubman con Robert Durso, y Alexander Technique y Body Mapping con Barbara Conable,

Es el autor del libro “What Every Pianist Needs to Know about the Body” actualmente disponible en inglés, japonés, chino y coreano; y el DVD con el mismo nombre, publicados ambos por GIA Publications. También es autor del artículo «Pianists’ Injuries» y de dos artículos filosóficos relacionados con la interpretación: «Philosophy of Piano Playing: Reflections on the Concept of Performance» (Philosophy and Phenomenological Research, 1981) y «On Works of Virtuosity» (Journal of Philosophy, 1980).

Su último libro, “Motion, Emotion, and Love: The Nature of Artistic Performance” (publicado en 2012 por GIA Publications) explora cuestiones relacionadas con el concepto de la interpretación artística.

Lesiones de los pianistas - Por qué muchos pianistas no se recuperan

Las lesiones de los pianistas: Por qué muchos pianistas no se recuperan (por Thomas Mark)

Las lesiones de los pianistas: La reeducación del movimiento es la clave de la recuperación

5. Por qué muchos pianistas no se recuperan

Para curar una lesión debemos eliminar su causa. Esto suena demasiado obvio para tener que enfatizarlo, pero de hecho la reeducación del movimiento, que es el modo de lograrlo, con frecuencia no sucede. Hay varias razones por las que a menudo los pianistas lesionados no optan por la reeducación que los curaría de sus lesiones.

Muchos pianistas lesionados no entienden la necesidad de una reeducación o no creen en la posibilidad de poder moverse de manera diferente para tocar el piano. Después de todo, tocan el piano como siempre lo han hecho, de la forma en que les enseñaron a tocar. En lugar de admitir deficiencias en su técnica, ellos (o sus profesores) pueden insistir en que la lesión ‘no tiene nada que ver’ con tocar el piano, sino que tiene otra causa (cuando esto no suele ser el caso). En consecuencia, cuando aparece la lesión raramente buscan a alguien que analice su técnica, identifique el problema técnico y encuentre una solución. En su lugar, recurren a estrategias visiblemente ineficientes como la negación, el pensamiento ilusorio o el tratar de sobrellevarlo. Dicen: “descansaré el fin de semana y el lunes estaré mejor” o “creo que he tocado demasiado, me lo voy a tomar con calma por un tiempo”. Algunas veces los primeros síntomas son bienvenidos, y la gente dice: “debo de estar haciendo verdaderos progresos durante mi práctica, puedo sentirlo en mis brazos” (la falacia de “no hay ganancia sin dolor”). O bien, mal guiados por los discursos de algunos libros dicen “solo es que he intentado hacer demasiado sin un calentamiento adecuado, a partir de ahora tendré siempre cuidado de calentar” o “supongo que necesito ejercitarme y desarrollar fuerza en los dedos”. A medida que la lesión persiste y surge la desesperación, recurren a médicos, fisioterapeutas, quiroprácticos, acupunturistas, nutricionistas, masajistas; la lista es interminable. Todos estos profesionales pueden ayudar, especialmente en el tratamiento de la afección aguda, pero solo de forma limitada. No están formados para hacer lo que realmente es necesario, es decir, enseñar a la persona cómo tocar el piano sin peligro de volver a lesionarse.

Esto nos lleva a un punto que para los pianistas es de vital importancia reconocer: las lesiones de los pianistas raramente son problemas médicos, son problemas de movimiento. Una lesión se consideraría un problema médico si fuera causada por una enfermedad o un traumatismo. Ocasionalmente puede suceder; El síndrome del túnel carpiano, por ejemplo, puede ser causado por la diabetes y el dolor en el brazo puede ser causado por una fractura o un esguince. Estas condiciones son tratadas apropiadamente por la ciencia médica. Pero (según algunos autores) tales casos representan solo alrededor del 5% de las lesiones de los pianistas. Se deduce que aproximadamente el 95% de las lesiones de los pianistas no son problemas médicos; no provienen de una enfermedad o traumatismo, sino de la forma en que la persona habitualmente usa su cuerpo. Esto explica por qué los profesionales de la salud rara vez son de gran ayuda para los pianistas que buscan una cura permanente. Un pianista lesionado no necesita un médico, necesita un profesor, y la solución a las lesiones de los pianistas, un problema de proporciones casi epidémicas, no va venir de un tratamiento médico, sino de la educación.

Estar lesionado puede ser emocionalmente devastador para un pianista. Si los pensamientos, las aspiraciones y, tal vez, el sustento de una persona se centran alrededor del piano, entonces ser incapaz de tocar en la mejores condiciones, incapaz de tocar sin dolor, tal vez incapaz de tocar en absoluto, es una experiencia terrible. Los pianistas lesionados a menudo se sienten profundamente deprimidos y desmotivados. La lesión puede convertirse en un estigma y el pianista lesionado se siente aislado, rechazado, inadecuado y humillado. La depresión y la sensación de desesperanza pueden ser obstáculos para la recuperación. Un pianista lesionado necesita desesperadamente apoyo emocional y comprensión de amigos, parientes, colegas y profesores.

Desafortunadamente, muchos compañeros y profesores, aunque bien intencionados y comprensivos, pueden ofrecer solo una ayuda limitada. Normalmente, ofrecen apoyo moral, lo cual es esencial, pero pocos tienen una comprensión clara de las causas de las lesiones o las condiciones para la recuperación; pocos tienen la información que necesitan para evitar lesiones en sus alumnos o para mostrarle a un pianista lesionado cómo recuperarse. Lo que describí unos párrafos atrás como “estrategias visiblemente ineficientes” son aquellas que se invocan con más frecuencia por profesores y pianistas de todos los niveles. Esto es comprensible; después de todo, la información requerida no forma parte de la mayoría de los currículos de música, las clases de pedagogía o los programas de conservatorio. Suponiendo, con una lógica generalmente equivocada, que el problema es un problema médico, no un problema de movimiento, los profesores y compañeros pueden enviar al pianista lesionado para que reciba tratamiento médico o terapia. Tal tratamiento rara vez produce una cura completa y permanente, por lo que los profesores y compañeros se sienten incapaces, frustrados y angustiados junto con el pianista lesionado. El problema general se resolverá solo cuando una información de calidad sea parte de la formación de cada pianista. El día que los profesores tengan la información y los estudiantes aprendan desde el primer momento los principios del movimiento eficiente y libre de estrés, las lesiones de los pianistas dejarán de producirse.

Las revistas de piano y los libros sobre técnica no suelen ser muy útiles para el pianista lesionado. Pocos debates sobre las lesiones de los pianistas enfatizan la reeducación del movimiento y las estrategias que se recomiendan no son especialmente efectivas, ya sea para evitar o para curar las lesiones. Estas incluyen “aumentar la resistencia”, “desarrollar fuerza”, “tomarse descansos frecuentes, calentar, moderar el ritmo de estudio”, y cosas por el estilo. No estoy en desacuerdo con ninguna de estas sugerencias en sí mismas; todas son buenas propuestas para hacer y pueden contribuir a nuestra capacidad para resistir las lesiones. Pero no son la respuesta completa; una persona puede llevarlas todas a cabo y seguir lesionada. Por ejemplo: supongamos que mi forma de tocar octavas implica flexionar mi muñeca enérgicamente. Hay razones anatómicas por las cuales la flexión repetida y enérgica de la muñeca es peligrosa; es, de hecho, una de las causas comunes del síndrome del túnel carpiano. Por lo tanto, si así es como toco las octavas, me arriesgo a sufrir una lesión. Incluso si tomo descansos, me preparo antes de practicar, etc., seguirá siendo cierto que con cada octava que toco estaré estresando los tendones de mi muñeca. Si utilizo movimientos de naturaleza estresante para tocar octavas, entonces decirme que evite las lesiones calentando antes de practicar la Rapsodia Húngara No. 6 es como decirle a un fumador que respire profundamente antes de encenderse un cigarro para evitar el cáncer de pulmón. Los calentamientos y las respiraciones profundas son excelentes, pero no eliminan la causa del problema. Así como el cáncer de pulmón es causado por el tabaquismo, no por la falta de ejercicios para mejorar la salud pulmonar, las lesiones de los pianistas son causadas por movimientos de naturaleza estresante, no por falta de calentamiento, descansos, etc.

¿Cómo es que un buen pianista puede tocar de una manera que estrese al cuerpo? Creo que hay dos motivos principales. El primero, la técnica de la mayoría de las personas no se elige deliberadamente. Es decir: la persona no analiza los movimientos necesarios para reproducir un pasaje y practica esos movimientos. En su lugar, la persona simplemente encuentra una manera, con sus propios medios y a base de ensayo y error, para llegar a tocar las notas correctas. Con la repetición constante, los movimientos se convierten en hábitos. A veces, los movimientos adquiridos de este modo serán eficientes. Pero no hay una garantía. Nuestros cuerpos pueden acostumbrarse a los movimientos ineficientes tanto como se acostumbran a los eficientes, y cuando estamos acostumbrados a ellos, los ineficientes se perciben como “naturales”. He escuchado a pianistas con técnicas llenas de movimientos potencialmente dañinos describir su técnica como “natural” y “relajada”.

El segundo motivo por el que las personas terminan tocando con movimientos de naturaleza estresante es porque se les enseñan estos movimientos estresantes. Ningún profesor enseñaría movimientos dañinos de saber que lo son. Pero muy pocos profesores entienden los principios del movimiento eficiente, y algunas formas de movimiento que son peligrosas para nuestra salud están firmemente establecidas en la pedagogía tradicional. Daré solo un ejemplo: tocar con los “dedos curvados”.

La expresión “dedos curvados” es vaga, así que seamos más precisos. Cuando mantenemos nuestras manos en una posición relajada descansando a ambos lados del cuerpo, los dedos adoptan una posición suavemente curvada. Llamaré a esto la “curva natural” y es, de hecho, la posición de los dedos apropiada para tocar el piano. Pero algunos métodos enseñan a los estudiantes a encorvar las dos articulaciones finales de los dedos, lo que resulta en una curva más pronunciada que la “natural”. Llamaré a esto “dedos encorvados”, y es potencialmente lesivo. La razón por la cual tocar con los dedos encorvados es perjudicial es porque las dos articulaciones finales de los dedos se mueven gracias a los músculos flexores de la parte inferior del antebrazo. Sostener los dedos encorvados requiere mantener la contracción de estos músculos flexores. Levantar los dedos, por otro lado, se logra contrayendo los músculos extensores en la parte superior del antebrazo. Por lo tanto, si levanto mis dedos mientras mantengo una “curva más pronunciada que la natural” en las dos articulaciones finales, estoy usando músculos flexores y extensores simultáneamente; en otras palabras, estoy contrayendo al mismo tiempo músculos opuestos. La contracción simultánea de músculos opuestos es una causa de lesión; hay pianistas que han sufrido lesiones tocando con los dedos encorvados (ver la historia de Beth Tomassetti en Oregon Musician, otoño, 1995).

Que tocar con los dedos encorvados sea un movimiento de naturaleza estresante no es tan solo una opinión para que las personas la acepten o la rechacen según su elección. Es un hecho anatómico. No hay manera, anatómicamente hablando, de levantar los dedos encorvados sin realizar una contracción simultánea de músculos opuestos. Ni por muchas horas que estudiemos, ni por muchos ejercicios que hagamos dirigidos a desarrollar la “independencia de los dedos” o la “fuerza de los dedos”, ni por mucho que nos digamos a nosotros mismos que debemos “relajarnos”; nada de esto cambiará la forma en que están hechos nuestros cuerpos. El hecho anatómico es que si tocamos en esta posición nos arriesgamos a sufrir una lesión. Sin embargo, tocar con los dedos encorvados no solo es tolerado, sino que es recomendado por algunos métodos de piano. Hay métodos para principiantes que les dicen a los estudiantes que usen un lápiz para alinear las puntas de los dedos en una línea recta, una receta para producir la contracción simultanea de músculos opuestos. Si el alumno toca de esa manera y practica diligentemente, nadie debería sorprenderse si el resultado es una lesión. (Permítanme señalar nuevamente que aunque los dedos “encorvados” son peligrosos, la “curva natural” es correcta, la “curva natural” no es lo que estoy discutiendo. Además, soy consciente de que no todos los que tocan con los dedos encorvados terminan lesionados. Algunas personas tienen suerte, sus cuerpos son más resistentes, o lo que sea. Pero eso no altera los hechos presentados aquí; después de todo, algunas personas fuman durante sesenta años sin desarrollar cáncer de pulmón, pero fumar sigue siendo la principal causa del cáncer de pulmón).

Los movimientos que pueden causar lesiones no necesariamente se sienten como malos o son dolorosos. De hecho, no son peligrosos en tareas no repetitivas. Son peligrosos para los pianistas porque tocar el piano es extremadamente repetitivo. Un manual sobre lesiones por estrés repetitivo considera “altamente repetitiva” cualquier tarea que requiera 1500 o más repeticiones por hora. Eso puede parecer mucho, pero no es nada comparado con tocar el piano. El índice de repetición por hora para las semicorcheas configurando el metrónomo a 120 es de 28.800 repeticiones, un número que podría dar una apoplejía a un inspector de salud. De hecho, sí que podemos tocar semicorcheas a 120, pero no podemos usar cualquier movimiento para hacerlo; algunos movimientos permiten realizar este nivel de repetición con seguridad, y otros no.

Aprender una forma de moverse al piano menos estresante para el cuerpo significa abandonar los viejos hábitos físicos y reemplazarlos por otros nuevos. Esto es posible hacerlo, aunque lleva tiempo y dedicación. Pero hay además un problema más profundo: las viejas formas pueden estar incrustadas no solo en nuestros cuerpos sino también en nuestras mentes. Supongamos que me he lesionado por mi forma de tocar octavas. Pero supongamos además que fue un profesor a quien admiro profundamente  quien me enseñó a tocar octavas. Aprender una nueva forma de tocar octavas puede hacer que modifique mi opinión sobre mi antiguo profesor. Puede obligarme a repensar muchos aspectos de mi propia enseñanza y forma de tocar, y puedo verme obligado a concluir que algunas de las cosas que antes creía con sinceridad no eran en realidad lo mejor. En resumen, la reeducación del movimiento me obliga a examinarme a mí mismo y mi relación con el piano, y debo estar preparado para cuestionar y cambiar mis actitudes y creencias. Incluso si los resultados hacen que el esfuerzo valga la pena, el proceso no es fácil.

>> 6. Dos obstáculos para la comprensión

(Traducido del artículo Pianists’ Injuries: Movement Retraining is the Key to Recovery).

Thomas Carson Mark

Escrito por:

Thomas Carson Mark

Thomas Carson Mark estudió piano en Nueva York con David Bar-Illan y Jeannette Haien y luego filosofía en la Universidad de Columbia donde obtuvo el título de Doctorado. Su disertación “Spinoza’s Theory of Truth” recibió un premio y fue publicada por Columbia University Press. Enseñó filosofía durante varios años, luego dejó la academia y regresó al piano. Después de mudarse a Oregon, organizó y actuó en una formación de música de cámara. Asistió al Taubman Institute of Piano de 1994 a 1999, donde trabajó durante tres años como asistente de prácticas, y dictó conferencias desde 2000 hasta 2002 en el Piano Wellness Seminar. Estudió el Enfoque Taubman con Robert Durso, y Alexander Technique y Body Mapping con Barbara Conable,

Es el autor del libro “What Every Pianist Needs to Know about the Body” actualmente disponible en inglés, japonés, chino y coreano; y el DVD con el mismo nombre, publicados ambos por GIA Publications. También es autor del artículo «Pianists’ Injuries» y de dos artículos filosóficos relacionados con la interpretación: «Philosophy of Piano Playing: Reflections on the Concept of Performance» (Philosophy and Phenomenological Research, 1981) y «On Works of Virtuosity» (Journal of Philosophy, 1980).

Su último libro, “Motion, Emotion, and Love: The Nature of Artistic Performance” (publicado en 2012 por GIA Publications) explora cuestiones relacionadas con el concepto de la interpretación artística.

Lesiones de los pianistas - La cura de la lesión

Las lesiones de los pianistas: La cura de la lesión (por Thomas Mark)

Las lesiones de los pianistas: La reeducación del movimiento es la clave de la recuperación

4. La cura de la lesión

Siendo tan terrible como parece, la buena noticia es que podemos curarnos. Nuestros cuerpos tienen una capacidad increíble para recuperarse. Las lesiones sanan, siempre que no se les haya permitido progresar hasta el punto de daño permanente. Incluso los tendones, a pesar de su limitada irrigación sanguínea, se recuperan con el tiempo. En la fase aguda de una lesión, el tratamiento puede incluir reposo, antiinflamatorios para reducir la inflamación e hinchazón, y el masaje, que puede estimular la circulación (produciendo algunos de los beneficios del ejercicio físico sin tener que trabajar la estructura lesionada). Lo que estos «tratamientos» realmente hacen es proporcionar las condiciones adecuadas para que el poder de curación del propio cuerpo pueda hacer su trabajo.

Por desgracia, en demasiados casos la curación es sólo temporal ya que la persona retoma su actividad anterior y la realiza de la misma manera (con movimientos de naturaleza estresante), volviéndose a lesionar. Una cura permanente requiere identificar y eliminar la causa de la lesión. Actualmente, sabemos que tocar el piano no tiene por qué ser perjudicial, ya que muchas personas, incluyendo algunos excelentes virtuosos, lo hacen sin lesionarse jamás. Por lo tanto, el hecho de que alguien se lesione no prueba que tocar el piano sea peligroso en sí mismo. En cambio lo que sí demuestra es que había algo en la técnica que era estresante, algo que con la repetición constante y el paso de los años, dio lugar a una lesión. La persona debe aprender a tocar el piano utilizando movimientos no estresantes para realizar las tareas que antes realizaba con movimientos estresantes. En definitiva, una cura permanente para las lesiones de los pianistas requiere la reeducación del movimiento.

Para resumir

Las lesiones pueden evitarse manteniendo una buena salud y condición física, descansando lo suficiente, y –lo más importante de todo-  eliminando los movimientos de naturaleza estresante, que son aquellos que implican posiciones desviadas, contracción simultánea de músculos opuestos, actividad muscular extática y fuerza excesiva. Las lesiones pueden ser curadas de la misma manera.

>> 5. Por qué muchos pianistas no se recuperan

(Traducido del artículo Pianists’ Injuries: Movement Retraining is the Key to Recovery).

Thomas Carson Mark

Escrito por:

Thomas Carson Mark

Thomas Carson Mark estudió piano en Nueva York con David Bar-Illan y Jeannette Haien y luego filosofía en la Universidad de Columbia donde obtuvo el título de Doctorado. Su disertación “Spinoza’s Theory of Truth” recibió un premio y fue publicada por Columbia University Press. Enseñó filosofía durante varios años, luego dejó la academia y regresó al piano. Después de mudarse a Oregon, organizó y actuó en una formación de música de cámara. Asistió al Taubman Institute of Piano de 1994 a 1999, donde trabajó durante tres años como asistente de prácticas, y dictó conferencias desde 2000 hasta 2002 en el Piano Wellness Seminar. Estudió el Enfoque Taubman con Robert Durso, y Alexander Technique y Body Mapping con Barbara Conable,

Es el autor del libro “What Every Pianist Needs to Know about the Body” actualmente disponible en inglés, japonés, chino y coreano; y el DVD con el mismo nombre, publicados ambos por GIA Publications. También es autor del artículo «Pianists’ Injuries» y de dos artículos filosóficos relacionados con la interpretación: «Philosophy of Piano Playing: Reflections on the Concept of Performance» (Philosophy and Phenomenological Research, 1981) y «On Works of Virtuosity» (Journal of Philosophy, 1980).

Su último libro, “Motion, Emotion, and Love: The Nature of Artistic Performance” (publicado en 2012 por GIA Publications) explora cuestiones relacionadas con el concepto de la interpretación artística.

Lesiones de los pianistas - Cómo se desarrolla una lesión

Las lesiones de los pianistas: Cómo se desarrolla una lesión (por Thomas Mark)

Las lesiones de los pianistas: La reeducación del movimiento es la clave de la recuperación

3. Cómo se desarrolla una lesión

La fuerza para mover nuestros dedos, manos y brazos proviene de los músculos, los cuales están unidos por tendones a las partes que mueven. Algunos tendones son bastante largos. Por ejemplo, dado que los músculos que mueven los dedos se encuentran principalmente en la parte posterior del antebrazo, los tendones de los dedos se extienden a través de la muñeca y la mano. Los tendones son como largas cuerdas fibrosas. Están hechos de colágeno, no son muy elásticos y son muy fuertes. Se deslizan hacia adelante y hacia atrás mientras movemos los brazos y los dedos; algunos tanto como 5 centímetros. Para facilitar el movimiento hacia adelante y hacia atrás, los tendones pueden estar encapsulados en vainas, en parte o en toda su longitud. Estas son las vainas sinoviales, que secretan un líquido (líquido sinovial) que actúa como un lubricante. La circulación de la sangre en los tendones es limitada, lo que significa que si un tendón se lesiona, la recuperación es lenta.

En el caso de pianistas y todo aquel que realiza actividades que involucran movimientos repetitivos, los tendones son el eslabón débil en el sistema, las estructuras especialmente propensas a lesiones por estrés repetitivo. La mayoría de las lesiones por estrés de la mano, la muñeca, el brazo y los hombros implican tendones. Para ser exactos, los músculos también pueden lesionarse, pero se recuperan más rápidamente. Las cuatro causas de lesiones mencionadas anteriormente son peligrosas porque aumentan el estrés en los tendones. (Un tipo de lesión importante en los pianistas que no afecta principalmente a los músculos y tendones es la distonía, una condición neurológica en la que la capacidad del cerebro para controlar el movimiento se ve afectada. Más información sobre distonía en este enlace (en inglés).

Los tendones se lesionan debido a tensiones repetidas o por el roce con ligamentos y huesos cercanos. Sometidos a estrés constante, los tendones pueden desgastarse o desgarrarse, o volverse más gruesos y formar bultos. El área lesionada puede calcificarse. La vaina del tendón también es vulnerable; Puede producir un exceso de líquido, causando hinchazón. El tendón puede quedar «bloqueado» en la vaina y moverse bruscamente; La vaina puede inflamarse y presionar sobre el tendón. La inflamación y la hinchazón en el limitado espacio del túnel carpiano pueden ejercer presión sobre el nervio mediano, provocando el hormigueo y el entumecimiento del pulgar y el segundo dedo, a menudo síntomas del síndrome del túnel carpiano. Todo esto comienza a sonar como un catálogo de torturas medievales, pero para los pianistas lesionados podría perfectamente ser el caso. Los síntomas incluyen dolor, irritación, hormigueo, calambres, en definitiva, dolor en cualquiera de sus manifestaciones. El dolor puede ser tan intenso como para impedir no sólo tocar el piano, sino también realizar las actividades cotidianas. Un pianista (ahora completamente recuperado y tocando muy bien) cuenta que cuando sufría una tendinitis aguda el mero hecho de levantar un libro de bolsillo le resultaba insoportable.

>> 4. La cura de la lesión

(Traducido del artículo Pianists’ Injuries: Movement Retraining is the Key to Recovery).

Thomas Carson Mark

Escrito por:

Thomas Carson Mark

Thomas Carson Mark estudió piano en Nueva York con David Bar-Illan y Jeannette Haien y luego filosofía en la Universidad de Columbia donde obtuvo el título de Doctorado. Su disertación “Spinoza’s Theory of Truth” recibió un premio y fue publicada por Columbia University Press. Enseñó filosofía durante varios años, luego dejó la academia y regresó al piano. Después de mudarse a Oregon, organizó y actuó en una formación de música de cámara. Asistió al Taubman Institute of Piano de 1994 a 1999, donde trabajó durante tres años como asistente de prácticas, y dictó conferencias desde 2000 hasta 2002 en el Piano Wellness Seminar. Estudió el Enfoque Taubman con Robert Durso, y Alexander Technique y Body Mapping con Barbara Conable,

Es el autor del libro “What Every Pianist Needs to Know about the Body” actualmente disponible en inglés, japonés, chino y coreano; y el DVD con el mismo nombre, publicados ambos por GIA Publications. También es autor del artículo «Pianists’ Injuries» y de dos artículos filosóficos relacionados con la interpretación: «Philosophy of Piano Playing: Reflections on the Concept of Performance» (Philosophy and Phenomenological Research, 1981) y «On Works of Virtuosity» (Journal of Philosophy, 1980).

Su último libro, “Motion, Emotion, and Love: The Nature of Artistic Performance” (publicado en 2012 por GIA Publications) explora cuestiones relacionadas con el concepto de la interpretación artística.

Lesiones de los pianistas - Por qué muchos pianistas no se recuperan

Las lesiones de los pianistas: Las cuatro causas de lesión (por Thomas Mark)

Las lesiones de los pianistas: La reeducación del movimiento es la clave de la recuperación

2. Las cuatro causas de lesión

La contracción simultánea de músculos opuestos

Nuestros brazos y manos se mueven gracias a los músculos. Los músculos ejercen fuerza sólo cuando se contraen, por lo que cada músculo puede ejercer fuerza solamente en una dirección. Para mover una parte del cuerpo en dos direcciones se requieren dos músculos o dos conjuntos de músculos, uno para moverla en una dirección y otro para moverla en la dirección opuesta. Cuando un músculo se contrae, el músculo contrario debe soltarse y alargarse para permitir el movimiento. Si esto no sucede – es decir, si el músculo contrario permanece tenso – entonces ambos músculos se contraen simultáneamente. La contracción simultánea de músculos opuestos inhibe el movimiento y puede causar lesiones.

Las posiciones desviadas

Un músculo se adhiere al hueso que mueve por medio de un tendón, y el tendón atraviesa una articulación (o varias articulaciones). La posición relativa de los huesos influirá en la eficiencia del tendón en la transmisión de la fuerza muscular a la parte que mueve, especialmente en casos como los dedos donde el tendón atraviesa varias articulaciones. Las posiciones desviadas de la muñeca y de la mano ponen estrés sobre estos tendones, haciendo el movimiento más difícil y también más débil. La posición intermedia de la muñeca, con la muñeca alineada con el antebrazo, permite a los dedos la mayor ventaja mecánica. Desviarse de esta posición hacia los lados o hacia arriba y hacia abajo resulta en una pérdida de la fuerza de agarre; en posiciones extremas, la fuerza de agarre se reduce en un 25% o más. Las posiciones desviadas generan movimiento de naturaleza estresante y pueden causar lesiones.

La actividad muscular extática

Normalmente, cuando un músculo ejerce fuerza para mover una parte del cuerpo, el músculo se contrae y disminuye en longitud conforme la parte se mueve. Cuando la parte se mueve en la dirección opuesta, el músculo se libera y se alarga. Por lo tanto, el músculo se hace alternativamente más corto y más largo. Este tipo de actividad se llama dinámica. Pero si el músculo ejerce fuerza sin cambiar de longitud, la actividad se llama estática. Este es el tipo de actividad utilizada en los ejercicios isométricos. La actividad muscular estática es más estresante para el cuerpo que la actividad dinámica. La actividad dinámica permite la circulación de la sangre, mientras que la actividad estática inhibe la circulación sanguínea, causando que el músculo se fatigue y se haga propenso a las lesiones.

La fuerza excesiva

Obviamente, el estrés que soportan los músculos, tendones y otras estructuras vulnerables varía según la cantidad de fuerza utilizada: una mayor fuerza produce más desgaste que una fuerza menor. Pero esto no deja claro hasta qué punto la fuerza excesiva puede ser dañina. Según algunos estudios, duplicar la fuerza multiplica el estrés en los tendones no por dos sino por cinco. Presionar las teclas del piano no requiere mucha fuerza; el peso táctil estándar para una tecla de un piano bien regulado es de sólo cincuenta gramos, aproximadamente el peso de diez piezas de cinco centavos de los Estados Unidos. Es fácil caer en el hábito de usar más fuerza de la necesaria, y debido a los niveles extremadamente altos de repetición involucrados al tocar el piano, la fuerza excesiva es potencialmente lesiva.

Resumiendo, las lesiones por estrés repetitivo de los pianistas son causadas por:

  1. La contracción simultánea de músculos opuestos
  2. Las posiciones desviadas
  3. La actividad muscular estática
  4. La fuerza excesiva.

Estos factores, individualmente o en combinación, son el origen de prácticamente todo el dolor y las molestias que experimentan los pianistas.

Aunque los movimientos de naturaleza estresante son la causa de la lesión, hay otros factores que contribuyen a la resistencia del cuerpo a las lesiones y su capacidad de recuperación. La buena salud general de una persona es un factor, la buena forma física es otro. El descanso también es importante; Alguien que descansa de manera adecuada será más resistente. Otro factor es la edad: la resistencia a las lesiones disminuye a medida que envejecemos. Esta es la razón por la cual algunos pianistas tocan durante años sin problemas, y luego, a sus treinta o cuarenta años, desarrollan una lesión. No están tocando de un modo diferente, pero la capacidad de su cuerpo para soportar la tensión es menor.

>> 3. Cómo se desarrolla una lesión

(Traducido del artículo Pianists’ Injuries: Movement Retraining is the Key to Recovery).

Thomas Carson Mark

Escrito por:

Thomas Carson Mark

Thomas Carson Mark estudió piano en Nueva York con David Bar-Illan y Jeannette Haien y luego filosofía en la Universidad de Columbia donde obtuvo el título de Doctorado. Su disertación “Spinoza’s Theory of Truth” recibió un premio y fue publicada por Columbia University Press. Enseñó filosofía durante varios años, luego dejó la academia y regresó al piano. Después de mudarse a Oregon, organizó y actuó en una formación de música de cámara. Asistió al Taubman Institute of Piano de 1994 a 1999, donde trabajó durante tres años como asistente de prácticas, y dictó conferencias desde 2000 hasta 2002 en el Piano Wellness Seminar. Estudió el Enfoque Taubman con Robert Durso, y Alexander Technique y Body Mapping con Barbara Conable,

Es el autor del libro “What Every Pianist Needs to Know about the Body” actualmente disponible en inglés, japonés, chino y coreano; y el DVD con el mismo nombre, publicados ambos por GIA Publications. También es autor del artículo «Pianists’ Injuries» y de dos artículos filosóficos relacionados con la interpretación: «Philosophy of Piano Playing: Reflections on the Concept of Performance» (Philosophy and Phenomenological Research, 1981) y «On Works of Virtuosity» (Journal of Philosophy, 1980).

Su último libro, “Motion, Emotion, and Love: The Nature of Artistic Performance” (publicado en 2012 por GIA Publications) explora cuestiones relacionadas con el concepto de la interpretación artística.

lesiones de los pianistas - Thomas Mark

Las lesiones de los pianistas: Introducción (por Thomas Mark)

Las lesiones de los pianistas: La reeducación del movimiento es la clave de la recuperación

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1. Introducción

Las lesiones por estrés repetitivo ocasionan sufrimiento a muchos pianistas. Son muy comunes, y el dolor que causan puede ser terrible. La lista de pianistas famosos lesionados es mucho más larga de lo que la mayoría de la gente imagina – incluye a Gary Graffman, Leon Fleisher, Wanda Landowska, Artur Schnabel, Alexander Scriabin, Ignaz Friedman, Sergei Rachmaninoff, Clara Schumann, Glenn Gould, y muchos otros. En la mayoría de los casos la lesión no llegó a poner fin a sus carreras, pero forzó cancelaciones de conciertos o giras, o una limitación del repertorio. Esta es una situación trágica, ya que las lesiones son prevenibles y curables. Desafortunadamente, la literatura que he visto sobre las lesiones de los pianistas no explica claramente cómo se producen las lesiones, y algunos de los «tratamientos» más comúnmente recomendados son superficiales: buenos en sí mismos y útiles hasta cierto punto, pero no eliminan la causa de la lesión. En este artículo describiré brevemente las causas de las lesiones de los pianistas y luego indicaré lo que tiene que suceder para permitir que un pianista lesionado se recupere. Creo que todos los pianistas y maestros deben tener esta información, ya que las lesiones pueden causar daños permanentes si no se tratan.

Las lesiones son causadas por movimientos de naturaleza estresante

Nuestras manos y brazos pueden moverse de muchas maneras, pero algunas maneras de moverse ponen un estrés adicional en los tendones y otros tejidos blandos. Si una persona se mueve con movimientos de naturaleza estresante para el cuerpo, y lo hace repetidamente durante un largo período de tiempo, las estructuras vulnerables pueden resultar dañadas. En este escrito usaré los términos «movimiento eficiente» o «movimiento libre de estrés» para referirme a formas de movimiento que pueden ser usadas incluso en tareas altamente repetitivas sin causar daño. En este sentido, que una manera de moverse sea «eficiente» o «libre de estrés» es una cuestión puramente anatómica, no una cuestión de tomar mayor consciencia. La toma de consciencia nos dice si un movimiento en particular duele en este momento, pero no nos dice si ese mismo movimiento repetido millones de veces durante una serie de años conduciría a una lesión. Téngase en cuenta también que el grado de estrés que genera un movimiento no es sólo una cuestión de posición o apariencia externa. Un movimiento puede parecer correcto sin ser correcto (debido a tensiones subyacentes que el ojo no puede ver); y a la inversa (pero menos frecuente) puede parecer incorrecto sin ser de naturaleza estresante.

>> 2. Las cuatro causas de lesión

(Traducido del artículo Pianists’ Injuries: Movement Retraining is the Key to Recovery).

Thomas Carson Mark

Escrito por:

Thomas Carson Mark

Thomas Carson Mark estudió piano en Nueva York con David Bar-Illan y Jeannette Haien y luego filosofía en la Universidad de Columbia donde obtuvo el título de Doctorado. Su disertación “Spinoza’s Theory of Truth” recibió un premio y fue publicada por Columbia University Press. Enseñó filosofía durante varios años, luego dejó la academia y regresó al piano. Después de mudarse a Oregon, organizó y actuó en una formación de música de cámara. Asistió al Taubman Institute of Piano de 1994 a 1999, donde trabajó durante tres años como asistente de prácticas, y dictó conferencias desde 2000 hasta 2002 en el Piano Wellness Seminar. Estudió el Enfoque Taubman con Robert Durso, y Alexander Technique y Body Mapping con Barbara Conable,

Es el autor del libro “What Every Pianist Needs to Know about the Body” actualmente disponible en inglés, japonés, chino y coreano; y el DVD con el mismo nombre, publicados ambos por GIA Publications. También es autor del artículo «Pianists’ Injuries» y de dos artículos filosóficos relacionados con la interpretación: «Philosophy of Piano Playing: Reflections on the Concept of Performance» (Philosophy and Phenomenological Research, 1981) y «On Works of Virtuosity» (Journal of Philosophy, 1980).

Su último libro, “Motion, Emotion, and Love: The Nature of Artistic Performance” (publicado en 2012 por GIA Publications) explora cuestiones relacionadas con el concepto de la interpretación artística.

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Los grandes pianistas también se lesionan

Hace un par de semanas el famoso pianista Lang Lang publicó un comunicado en sus redes sociales en el que explicaba las razones por las que había decidido cancelar todas sus actuaciones por un periodo de un mes y medio. Este fue el comunicado:

“Lang Lang lamenta anunciar que se ve obligado a cancelar sus actuaciones hasta finales de junio debido a una inflamación en su brazo izquierdo. Bajo la recomendación de su médico, Lang Lang se tomará este tiempo para descansar y permitir que su brazo sane para poder recuperarse completamente.”

Y hoy mismo ha publicado un video en su cuenta de Facebook en el que explica que está iniciando un tratamiento de recuperación en Europa con un gran médico, y que se siente muy optimista y deseoso de empezar.

Me sorprendió mucho ver que Lang Lang había decidido hacer pública la razón de estas cancelaciones. Para mi es todo un gesto de humanidad, fortaleza y carácter.

Espero y deseo que tenga una recuperación completa en este periodo de descanso y que tras esto pueda continuar con su ritmo habitual de conciertos y actuaciones.

Un alto riesgo para los músicos

Desgraciadamente las lesiones son muy frecuentes entre músicos. Las estadísticas hablan: el 60%-80% de los músicos desarrolla algún tipo de lesión relacionada con su instrumento en el transcurso de su vida. Además conviene tener en cuenta que estas estadísticas no suelen llevar un seguimiento de los músicos que han abandonado su carrera o profesión justamente debido a una lesión.

El riesgo es alto, y las lesiones afectan a músicos de todo tipo: tanto a profesionales como a amateurs, a pianistas consagrados como a estudiantes. La causa común: tocar un instrumento.

Las lesiones son un tema tabú y a los músicos en general no les gusta hablar de ello. En el caso de músicos concertistas puede haber muchas presiones en juego. ¿Quién se atrevería a contratar a un músico si existe el riesgo de que pueda cancelar su actuación? Hablar de lesiones puede crear cierto estigma.

En palabras del pianista Gary Graffman:

«Los problemas de las manos de los instrumentistas, lo mismo que las enfermedades sociales, son innombrables. Es comprensible: para un intérprete que sigue actuando o espera regresar pronto a los escenarios, sería de locos anunciar sus discapacidades. Nadie quiere un pianista dañado cuando hay una oferta abundante de pianistas saludables. Admitir las dificultades es como saltar, sangrando, en aguas llenas de pirañas».

En medio de un panorama como éste, la decisión de Lang Lang de hacer público su estado me parece admirable. Aun más, sabiendo que tantos jóvenes pianistas de todo el mundo tienen los ojos puestos en él.

Su mensaje contribuye a crear conciencia sobre los problemas musculo-esqueléticos y cómo estos pueden afectar a cualquier músico.

La falta de sensibilización ante las lesiones

En general, aún a día de hoy existe una gran falta de comprensión y sensibilización sobre el problema de las lesiones en músicos.

No se entienden bien las causas que las provocan (aún se habla mucho más de sobreuso que de mal uso). Tampoco se saben reconocer las señales tempranas que pueden desencadenarlas.

Existe poca formación y preparación en base a los principios anatómicos y biomecánicos que acompañan a una técnica saludable. El saber cómo tocar trabajando a favor del cuerpo, y no en su contra.

Debido a este desconocimiento se mantienen formas de práctica y rutinas de estudio poco recomendables. Tampoco se cuestionan los aspectos más contradictorios de la enseñanza tradicional.

Además, con frecuencia se suele poner la atención en el lado artístico excluyendo el aspecto físico de tocar, cuando en realidad ambos aspectos deberían estar interconectados.

Mucha gente desconoce que cuando hablamos de lesiones no se trata solamente de dolores y molestias. Estos trastornos, si se dejan sin tratar, pueden poner fin a la carrera profesional de un músico e incluso hacerle perder parcial o completamente el uso de la extremidad implicada. Y eso sin contar con el daño emocional y psicológico que todo esto conlleva.

A pesar de todo, ha habido una importante toma de conciencia en las últimas décadas de la que podemos estar agradecidos. A día de hoy una lesión es un problema reconocido que tiene solución si se trata a tiempo. Pero no siempre ha sido así.

El avance logrado en el reconocimiento de las lesiones

En los años 60 y 70 muy poca gente había oído hablar de las lesiones de los músicos. El hecho de que un músico pudiera lesionarse tocando su instrumento era una idea muy controvertida.

Eran malos tiempos para sobrellevar una lesión. No había ninguna información disponible sobre el tema, ni médicos que comprendieran la naturaleza del problema. Los músicos que las padecían lo mantenían en secreto.

Hasta que dos pianistas cambiaron la forma de ver las cosas haciendo pública la situación que sufrían:

Leon Fleisher
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Leon Fleisher

En 1964 el pianista Leon Fleisher que por entonces tenía 36 años perdió misteriosamente el uso de los dedos 4 y 5 de la mano derecha en un periodo de diez meses. Los médicos a los que acudió no daban con ninguna solución. Esta situación le obligó a abandonar su carrera de concertista.

En un principio, aunque no lo ocultó, tampoco habló mucho de ello públicamente. Cansado de escuchar que el problema estaba en su cabeza y no en sus manos y sin esperanza de volver a tocar, cayó en una profunda depresión.

La pérdida de la capacidad de tocar es un trauma de gran magnitud para la vida de cualquier músico. Fleisher lo expresaba así:

“Cuando los dioses quieren cogerte, saben dónde golpear: el lugar que te dolerá más que ningún otro.”

Gary Graffman

En 1979, otro celebrado pianista, Gary Graffman, que por entonces tenía 51 años, también tuvo que abandonar su carrera de concertista. El motivo fue la pérdida progresiva de su habilidad de tocar con la mano derecha.

Según él mismo cuenta, 12 años antes tuvo un incidente que pudo ser el desencadenante. Se encontraba ensayando el concierto No. 1 de Tchaikovsky con la Filarmónica de Berlín. El instrumento en el que tocaba era tan pobre en sonido que él, enfadado, lo aporreó haciéndose un esguince en el 4° dedo. Tras el concierto se tomó unas semanas para recuperarse, pero pasado este tiempo aun le dolía.  Así que cambió las digitaciones de todas las octavas para tocarlas con los dedos 1-3, metiendo los dedos 4 y 5 en el interior de la mano. Esto le daba una fuerza extra a sus octavas, y cómo funcionaba tan bien, siguió haciéndolo de manera sistemática.

Recuerda que hasta que su problema apareció no había tenido ni el más mínimo pensamiento sobre cómo tocaba el piano. Y que solo después, analizando sus movimientos, se dio cuenta de que había estado haciendo algo raro con su mano, y durante mucho tiempo.

Al contrario que Fleisher que no habló mucho de ello, Graffman lo gritó a los cuatro vientos.

En 1981 salía un artículo en el periódico The New York Times titulado “When a Pianist’s Fingers Fail To Obey” (Cuando los dedos de un pianista dejan de obedecer). Se trataba de una entrevista en la que se describía la lesión de Graffman en detalle, con algunos datos sobre Fleisher y hablando también de los problemas sufridos por Robert  Schumann. Este fue el primer artículo escrito en una publicación general que abordaba el tema en profundidad.

Y lo que sucedió es que el mundo entero reaccionó. Toda la comunidad de músicos comenzó a hablar de ello. Y aquellos que estaban atravesando problemas similares pero manteniéndolos en secreto comenzaron a descubrir que, de hecho, estos trastornos estaban bastante extendidos.

En los años siguientes se les dio el nombre con el que se conocen hoy en día: trastornos musculo-esqueléticos o trastornos por movimientos repetitivos. Y también fueron reconocidos como enfermedades profesionales. En 1982 surgió en América la especialidad médica “Medicina de la Música”, totalmente diferenciada de la “Medicina del Deporte” o de otras formas de rehabilitación y terapia física.

A partir de ese momento ya era ampliamente aceptado el hecho de que forzar al cuerpo repetidamente a un tipo de movimientos descoordinados puede provocar una disfunción de consecuencias severas si no se pone cuidado.

En 1986 salía el primer número de la revista americana “Medical Problems of Performing Artists” abriendo con el artículo de Gary Graffman “Doctor, can you lend an ear?” (Doctor,  ¿puede prestarme atención?). En este artículo Graffman se lamenta de que en la búsqueda de una solución visitó a unos dieciocho doctores y recibió unos dieciocho diagnósticos diferentes. También expresaba su esperanza por un futuro con una mirada más abierta hacia estos trastornos.

Hoy en día existen médicos especializados que pueden tratar una lesión de forma muy eficiente para que sane lo antes posible. También existen profesores especializados que pueden reeducar los movimientos específicos requeridos para tocar el piano y que conforman una técnica saludable.

La lista de pianistas famosos que han sufrido una lesión es larga: además de Gary Graffman y Leon Fleisher están también Wanda Landowska, Artur Schnabel, Ignace Paderewski, Alexander Scriabin, Ignaz Friedman, Sergei Rachmaninoff, Clara y Robert Schumann, Glenn Gould, Michel Beroff y Richard Goode.

El mensaje de Lang Lang ha sido la excusa perfecta para hablar de todo esto.

Gracias Lang Lang, por contribuir tan abiertamente en el camino de crear conciencia y normalizar las lesiones de los músicos.

¡Mucha suerte en tu recuperación y en tu carrera!

Referencias:

Dunning, J. (1981). “When a Pianist’s Fingers Fail To Obey”. The New York Times. From: http://www.nytimes.com/1981/06/14/arts/when-a-pianist-s-fingers-fail-to-obey.html?pagewanted=all

Graffman, G. (1986). “Doctor, can you lend an ear?”. Medical Problems of Performing. Artists, 1, 3-6. From: https://www.sciandmed.com/mppa/journalviewer.aspx?issue=1153&article=1520&action=1

Mark, T. (2004). “What Every Pianist Needs To Know About The Body”. (A manual for players of keyboard instruments: piano, organ, digital keyboard, harpsichord, clavichord). Chicago, GIA Publications.

Midgette, A., Fleisher, L. (2010). “In Leon Fleisher’s book, ‘My Nine Lives,’ a pianist faces a crippling nightmare”. The Washington Post. From:  http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2010/11/24/AR2010112404224.html

Milanovic, T. (2011). “Healthy virtuosity with the Taubman Approach”. 10th Australasian Piano Pedagogy Conference Proceedings. From: http://www.appca.com.au/pdf/papers2011/Milanovic%202011%20APPC,%20Healthy%20Virtuosity%20with%20the%20Taubman%20Approach.pdf

Pascarelli, E., Quilter D. (1994). «Repetitive Strain Injury: A Compter User’s Guide». Wiley (February 15, 1994).

PBS NewsHour. (2011). “Piano Virtuoso Fleisher on Overcoming Disability That Nearly Silenced Career”. PBS NewsHour’s Channel. From: https://www.youtube.com/watch?v=FZLvhZvO2v4

Taylor, David A. (1999). “Paderewski’s Piano”. Smithsonian Magazine. From: http://www.smithsonianmag.com/arts-culture/paderewskis-piano-164445847/