Las lesiones de los pianistas: La reeducación del movimiento es la clave de la recuperación
5. Por qué muchos pianistas no se recuperan
Para curar una lesión debemos eliminar su causa. Esto suena demasiado obvio para tener que enfatizarlo, pero de hecho la reeducación del movimiento, que es el modo de lograrlo, con frecuencia no sucede. Hay varias razones por las que a menudo los pianistas lesionados no optan por la reeducación que los curaría de sus lesiones.
Muchos pianistas lesionados no entienden la necesidad de una reeducación o no creen en la posibilidad de poder moverse de manera diferente para tocar el piano. Después de todo, tocan el piano como siempre lo han hecho, de la forma en que les enseñaron a tocar. En lugar de admitir deficiencias en su técnica, ellos (o sus profesores) pueden insistir en que la lesión ‘no tiene nada que ver’ con tocar el piano, sino que tiene otra causa (cuando esto no suele ser el caso). En consecuencia, cuando aparece la lesión raramente buscan a alguien que analice su técnica, identifique el problema técnico y encuentre una solución. En su lugar, recurren a estrategias visiblemente ineficientes como la negación, el pensamiento ilusorio o el tratar de sobrellevarlo. Dicen: “descansaré el fin de semana y el lunes estaré mejor” o “creo que he tocado demasiado, me lo voy a tomar con calma por un tiempo”. Algunas veces los primeros síntomas son bienvenidos, y la gente dice: “debo de estar haciendo verdaderos progresos durante mi práctica, puedo sentirlo en mis brazos” (la falacia de “no hay ganancia sin dolor”). O bien, mal guiados por los discursos de algunos libros dicen “solo es que he intentado hacer demasiado sin un calentamiento adecuado, a partir de ahora tendré siempre cuidado de calentar” o “supongo que necesito ejercitarme y desarrollar fuerza en los dedos”. A medida que la lesión persiste y surge la desesperación, recurren a médicos, fisioterapeutas, quiroprácticos, acupunturistas, nutricionistas, masajistas; la lista es interminable. Todos estos profesionales pueden ayudar, especialmente en el tratamiento de la afección aguda, pero solo de forma limitada. No están formados para hacer lo que realmente es necesario, es decir, enseñar a la persona cómo tocar el piano sin peligro de volver a lesionarse.
Esto nos lleva a un punto que para los pianistas es de vital importancia reconocer: las lesiones de los pianistas raramente son problemas médicos, son problemas de movimiento. Una lesión se consideraría un problema médico si fuera causada por una enfermedad o un traumatismo. Ocasionalmente puede suceder; El síndrome del túnel carpiano, por ejemplo, puede ser causado por la diabetes y el dolor en el brazo puede ser causado por una fractura o un esguince. Estas condiciones son tratadas apropiadamente por la ciencia médica. Pero (según algunos autores) tales casos representan solo alrededor del 5% de las lesiones de los pianistas. Se deduce que aproximadamente el 95% de las lesiones de los pianistas no son problemas médicos; no provienen de una enfermedad o traumatismo, sino de la forma en que la persona habitualmente usa su cuerpo. Esto explica por qué los profesionales de la salud rara vez son de gran ayuda para los pianistas que buscan una cura permanente. Un pianista lesionado no necesita un médico, necesita un profesor, y la solución a las lesiones de los pianistas, un problema de proporciones casi epidémicas, no va venir de un tratamiento médico, sino de la educación.
Estar lesionado puede ser emocionalmente devastador para un pianista. Si los pensamientos, las aspiraciones y, tal vez, el sustento de una persona se centran alrededor del piano, entonces ser incapaz de tocar en la mejores condiciones, incapaz de tocar sin dolor, tal vez incapaz de tocar en absoluto, es una experiencia terrible. Los pianistas lesionados a menudo se sienten profundamente deprimidos y desmotivados. La lesión puede convertirse en un estigma y el pianista lesionado se siente aislado, rechazado, inadecuado y humillado. La depresión y la sensación de desesperanza pueden ser obstáculos para la recuperación. Un pianista lesionado necesita desesperadamente apoyo emocional y comprensión de amigos, parientes, colegas y profesores.
Desafortunadamente, muchos compañeros y profesores, aunque bien intencionados y comprensivos, pueden ofrecer solo una ayuda limitada. Normalmente, ofrecen apoyo moral, lo cual es esencial, pero pocos tienen una comprensión clara de las causas de las lesiones o las condiciones para la recuperación; pocos tienen la información que necesitan para evitar lesiones en sus alumnos o para mostrarle a un pianista lesionado cómo recuperarse. Lo que describí unos párrafos atrás como “estrategias visiblemente ineficientes” son aquellas que se invocan con más frecuencia por profesores y pianistas de todos los niveles. Esto es comprensible; después de todo, la información requerida no forma parte de la mayoría de los currículos de música, las clases de pedagogía o los programas de conservatorio. Suponiendo, con una lógica generalmente equivocada, que el problema es un problema médico, no un problema de movimiento, los profesores y compañeros pueden enviar al pianista lesionado para que reciba tratamiento médico o terapia. Tal tratamiento rara vez produce una cura completa y permanente, por lo que los profesores y compañeros se sienten incapaces, frustrados y angustiados junto con el pianista lesionado. El problema general se resolverá solo cuando una información de calidad sea parte de la formación de cada pianista. El día que los profesores tengan la información y los estudiantes aprendan desde el primer momento los principios del movimiento eficiente y libre de estrés, las lesiones de los pianistas dejarán de producirse.
Las revistas de piano y los libros sobre técnica no suelen ser muy útiles para el pianista lesionado. Pocos debates sobre las lesiones de los pianistas enfatizan la reeducación del movimiento y las estrategias que se recomiendan no son especialmente efectivas, ya sea para evitar o para curar las lesiones. Estas incluyen “aumentar la resistencia”, “desarrollar fuerza”, “tomarse descansos frecuentes, calentar, moderar el ritmo de estudio”, y cosas por el estilo. No estoy en desacuerdo con ninguna de estas sugerencias en sí mismas; todas son buenas propuestas para hacer y pueden contribuir a nuestra capacidad para resistir las lesiones. Pero no son la respuesta completa; una persona puede llevarlas todas a cabo y seguir lesionada. Por ejemplo: supongamos que mi forma de tocar octavas implica flexionar mi muñeca enérgicamente. Hay razones anatómicas por las cuales la flexión repetida y enérgica de la muñeca es peligrosa; es, de hecho, una de las causas comunes del síndrome del túnel carpiano. Por lo tanto, si así es como toco las octavas, me arriesgo a sufrir una lesión. Incluso si tomo descansos, me preparo antes de practicar, etc., seguirá siendo cierto que con cada octava que toco estaré estresando los tendones de mi muñeca. Si utilizo movimientos de naturaleza estresante para tocar octavas, entonces decirme que evite las lesiones calentando antes de practicar la Rapsodia Húngara No. 6 es como decirle a un fumador que respire profundamente antes de encenderse un cigarro para evitar el cáncer de pulmón. Los calentamientos y las respiraciones profundas son excelentes, pero no eliminan la causa del problema. Así como el cáncer de pulmón es causado por el tabaquismo, no por la falta de ejercicios para mejorar la salud pulmonar, las lesiones de los pianistas son causadas por movimientos de naturaleza estresante, no por falta de calentamiento, descansos, etc.
¿Cómo es que un buen pianista puede tocar de una manera que estrese al cuerpo? Creo que hay dos motivos principales. El primero, la técnica de la mayoría de las personas no se elige deliberadamente. Es decir: la persona no analiza los movimientos necesarios para reproducir un pasaje y practica esos movimientos. En su lugar, la persona simplemente encuentra una manera, con sus propios medios y a base de ensayo y error, para llegar a tocar las notas correctas. Con la repetición constante, los movimientos se convierten en hábitos. A veces, los movimientos adquiridos de este modo serán eficientes. Pero no hay una garantía. Nuestros cuerpos pueden acostumbrarse a los movimientos ineficientes tanto como se acostumbran a los eficientes, y cuando estamos acostumbrados a ellos, los ineficientes se perciben como “naturales”. He escuchado a pianistas con técnicas llenas de movimientos potencialmente dañinos describir su técnica como “natural” y “relajada”.
El segundo motivo por el que las personas terminan tocando con movimientos de naturaleza estresante es porque se les enseñan estos movimientos estresantes. Ningún profesor enseñaría movimientos dañinos de saber que lo son. Pero muy pocos profesores entienden los principios del movimiento eficiente, y algunas formas de movimiento que son peligrosas para nuestra salud están firmemente establecidas en la pedagogía tradicional. Daré solo un ejemplo: tocar con los “dedos curvados”.
La expresión “dedos curvados” es vaga, así que seamos más precisos. Cuando mantenemos nuestras manos en una posición relajada descansando a ambos lados del cuerpo, los dedos adoptan una posición suavemente curvada. Llamaré a esto la “curva natural” y es, de hecho, la posición de los dedos apropiada para tocar el piano. Pero algunos métodos enseñan a los estudiantes a encorvar las dos articulaciones finales de los dedos, lo que resulta en una curva más pronunciada que la “natural”. Llamaré a esto “dedos encorvados”, y es potencialmente lesivo. La razón por la cual tocar con los dedos encorvados es perjudicial es porque las dos articulaciones finales de los dedos se mueven gracias a los músculos flexores de la parte inferior del antebrazo. Sostener los dedos encorvados requiere mantener la contracción de estos músculos flexores. Levantar los dedos, por otro lado, se logra contrayendo los músculos extensores en la parte superior del antebrazo. Por lo tanto, si levanto mis dedos mientras mantengo una “curva más pronunciada que la natural” en las dos articulaciones finales, estoy usando músculos flexores y extensores simultáneamente; en otras palabras, estoy contrayendo al mismo tiempo músculos opuestos. La contracción simultánea de músculos opuestos es una causa de lesión; hay pianistas que han sufrido lesiones tocando con los dedos encorvados (ver la historia de Beth Tomassetti en Oregon Musician, otoño, 1995).
Que tocar con los dedos encorvados sea un movimiento de naturaleza estresante no es tan solo una opinión para que las personas la acepten o la rechacen según su elección. Es un hecho anatómico. No hay manera, anatómicamente hablando, de levantar los dedos encorvados sin realizar una contracción simultánea de músculos opuestos. Ni por muchas horas que estudiemos, ni por muchos ejercicios que hagamos dirigidos a desarrollar la “independencia de los dedos” o la “fuerza de los dedos”, ni por mucho que nos digamos a nosotros mismos que debemos “relajarnos”; nada de esto cambiará la forma en que están hechos nuestros cuerpos. El hecho anatómico es que si tocamos en esta posición nos arriesgamos a sufrir una lesión. Sin embargo, tocar con los dedos encorvados no solo es tolerado, sino que es recomendado por algunos métodos de piano. Hay métodos para principiantes que les dicen a los estudiantes que usen un lápiz para alinear las puntas de los dedos en una línea recta, una receta para producir la contracción simultanea de músculos opuestos. Si el alumno toca de esa manera y practica diligentemente, nadie debería sorprenderse si el resultado es una lesión. (Permítanme señalar nuevamente que aunque los dedos “encorvados” son peligrosos, la “curva natural” es correcta, la “curva natural” no es lo que estoy discutiendo. Además, soy consciente de que no todos los que tocan con los dedos encorvados terminan lesionados. Algunas personas tienen suerte, sus cuerpos son más resistentes, o lo que sea. Pero eso no altera los hechos presentados aquí; después de todo, algunas personas fuman durante sesenta años sin desarrollar cáncer de pulmón, pero fumar sigue siendo la principal causa del cáncer de pulmón).
Los movimientos que pueden causar lesiones no necesariamente se sienten como malos o son dolorosos. De hecho, no son peligrosos en tareas no repetitivas. Son peligrosos para los pianistas porque tocar el piano es extremadamente repetitivo. Un manual sobre lesiones por estrés repetitivo considera “altamente repetitiva” cualquier tarea que requiera 1500 o más repeticiones por hora. Eso puede parecer mucho, pero no es nada comparado con tocar el piano. El índice de repetición por hora para las semicorcheas configurando el metrónomo a 120 es de 28.800 repeticiones, un número que podría dar una apoplejía a un inspector de salud. De hecho, sí que podemos tocar semicorcheas a 120, pero no podemos usar cualquier movimiento para hacerlo; algunos movimientos permiten realizar este nivel de repetición con seguridad, y otros no.
Aprender una forma de moverse al piano menos estresante para el cuerpo significa abandonar los viejos hábitos físicos y reemplazarlos por otros nuevos. Esto es posible hacerlo, aunque lleva tiempo y dedicación. Pero hay además un problema más profundo: las viejas formas pueden estar incrustadas no solo en nuestros cuerpos sino también en nuestras mentes. Supongamos que me he lesionado por mi forma de tocar octavas. Pero supongamos además que fue un profesor a quien admiro profundamente quien me enseñó a tocar octavas. Aprender una nueva forma de tocar octavas puede hacer que modifique mi opinión sobre mi antiguo profesor. Puede obligarme a repensar muchos aspectos de mi propia enseñanza y forma de tocar, y puedo verme obligado a concluir que algunas de las cosas que antes creía con sinceridad no eran en realidad lo mejor. En resumen, la reeducación del movimiento me obliga a examinarme a mí mismo y mi relación con el piano, y debo estar preparado para cuestionar y cambiar mis actitudes y creencias. Incluso si los resultados hacen que el esfuerzo valga la pena, el proceso no es fácil.
(Traducido del artículo Pianists’ Injuries: Movement Retraining is the Key to Recovery).