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aprendizaje no lineal

El aprendizaje no es lineal

¿Qué significa que el aprendizaje no es lineal?

Significa básicamente que no se produce siempre en la misma dirección ni de forma homogénea.

Lo curioso es que incluso cuando sabemos que existen altibajos en el aprendizaje, por alguna razón seguimos teniendo expectativas irreales acerca de cómo aprendemos.

Esto puede dar lugar a que almacenemos de forma inconsciente creencias limitantes. Y es uno de los obstáculos mentales que con más frecuencia encuentro tanto en mi experiencia como en la de mis alumnos.

Estas creencias varían para cada persona pero en el fondo son todas muy similares en cuanto a su formulación. Por ejemplo, solemos pensar “soy demasiado… para aprender ciertas cosas”, donde podemos sustituir los puntos suspensivos por lento, torpe, mayor, impaciente, etc.

También podemos tener expectativas irreales sobre la manera en que aprendemos. Por ejemplo, “he estudiado mucho y casi no avanzo luego no sirvo para esto”, o “por más que lo intento cada vez me sale peor y creo que debería dejarlo”.

Esto último es más difícil de ver ya que implica que hay una creencia detrás que sostiene que los resultados que estamos obteniendo son o bien definitivos o bien demasiado lentos, malos, insuficientes, etc., así que vemos los resultados de forma negativa en comparación con nuestras expectativas y nos juzgamos por ello. Esto es otra limitación.

Los resultados son como son y siempre nos brindan información valiosa. Pero en lugar de entusiasmarnos cuando las cosas salen bien y menospreciarnos cuando obtenemos peores resultados, sería mucho más productivo cambiar la manera en como vemos el proceso de aprendizaje abriéndonos a entender cómo es en realidad.

¿Y cómo es en realidad?

Antes de abordarlo es importante entender que cuando existe compromiso en el aprendizaje el progreso es inevitable. Sin embargo a lo largo de este progreso se experimentan múltiples altibajos que también son inevitables. La evolución gráfica de este proceso se llama curva de aprendizaje.

Tal y como su nombre nos sugiere podríamos imaginar que se trata de algo así:

curva-ideal

Curva de aprendizaje ideal

Lo cual no es una buena idea ya que nos crearía unas expectativas poco realistas.

La realidad es mucho más compleja e interesante:

curva-aprendizaje-real

Ejemplo de una curva de aprendizaje real

Conocer este proceso puede evitar mucha frustración.

Estos son los elementos que componen la curva de aprendizaje:

La meseta: es un momento de muy poco avance, pero a nivel subconsciente se están integrando los elementos necesarios para saltar al próximo nivel.

El retroceso: se produce al abandonar viejos hábitos cuando aún no se han desarrollado bien los nuevos. En esta fase se tiene la sensación de empeorar a pesar de la práctica.

El avance: cuando cuerpo y mente integran con éxito los elementos trabajados y el aprendizaje da sus frutos (Gelb, Buzan, 1994).

Vamos a ver ahora estas fases un poco más en profundidad:

La meseta

La meseta es la fase más común del aprendizaje y la que lleva más tiempo completar. Cuando estamos en ella podemos tener la sensación de estar estancados y de no lograr ningún avance, a pesar de que si miramos hacia atrás sí que vemos una evolución.

Las mesetas son momentos muy importantes donde el aprendizaje sucede dentro de nosotros. Se están creando las conexiones neuronales necesarias para ejecutar nuevas funciones. El aprendizaje está teniendo lugar, aunque no se muestren los resultados.

Es una fase incomoda que requiere esfuerzo activo, por lo tanto es bueno auto motivarnos a seguir trabajando con el mismo empeño, ya que sabemos que hay una mejora en camino.

El retroceso

Un retroceso es uno de los momentos más difíciles de afrontar en el aprendizaje. Solemos perder la confianza en nosotros mismos y en nuestra capacidad. A pesar de ser una fase común e inevitable asumimos que solo nos pasa a nosotros. Si nos dejamos arrastrar por nuestra negatividad podríamos llegar incluso a querer tirar la toalla.

Yo prefiero ver el retroceso como una fase de gran valor ya que nos brinda la oportunidad de ejercitaros más allá de nuestros límites. Por eso me gusta pensar en los retrocesos como en momentos de aprendizaje muy profundo.

La aparente paradoja del aprendizaje profundo es que solo puedes estar abierto a aprender más precisamente en el momento en que entiendes menos.

Esto se hace evidente cuando comprendemos que todo aprendizaje requiere también desaprender, dejar ir ideas preconcebidas o conceptos erróneos sobre la materia que trabajamos o, en el caso de una actividad física, el ir desprendiéndose de los movimientos descoordinados y demás acciones superfluas que frenan el avance.

En los momentos más duros me gusta recordar un dicho que el gran músico Kenny Werner aplica muy acertadamente a la práctica del piano: “Don’t quit a day before the miracle happens” (no abandones un día antes de que ocurra el milagro).

Por incomodas que nos parezcan, las mesetas y retrocesos son fases normales y necesarias en el proceso de aprendizaje.

El avance

El avance es la evidencia manifiesta de que existe un progreso en nuestro aprendizaje. Es la fase que requiere menor esfuerzo por nuestra parte y en la que podemos recrearnos y disfrutar abiertamente. Se caracteriza por producirse una liberación de energía que antes empleábamos en realizar una actividad o proceso, dando lugar a una mayor capacidad para concentrarse en otra cosa.

Cuando hablo a mis alumnos de esta fase les suelo recordar como anécdota lo que sucede con el bambú japonés: cuando se siembra una semilla de esta planta y se riega y cuida con constancia, durante mucho tiempo no sucede nada y un cultivador inexperto podría tomarla por una semilla infértil. Pero si continua regándola pasaran aún siete años hasta que al fin brote, y entonces en un periodo de solo seis semanas llega a alcanzar los 30 metros de altura siendo la planta de más rápido crecimiento del planeta. Durante los primeros siete años de aparente inactividad se estaban desarrollando las raíces que le permitirían ese crecimiento. Entonces, ¿tardó sólo seis semanas en crecer?, ¿o fueron siete años y seis semanas?

Este relato nos ayuda a entender de donde viene el valor que otorgamos a los resultados en el conjunto del proceso de aprendizaje.

Confiar, relajarse y disfrutar

Una vez que nos hemos familiarizado con las fases del aprendizaje resulta más fácil confiar en el proceso. Podemos vivirlo más relajados y disfrutar de cada etapa, reencontrarnos con el placer de aprender.

No tenemos por qué ser marionetas de las emociones frente a los altibajos que experimentemos. Seguiremos teniendo altibajos, pero lo veremos con más distancia, sin identificarnos, sin sufrir por ello.

Para lograr esto la confianza es clave.

Confiar en el proceso equivale a confiar en nosotros mismos y en nuestra capacidad de aprendizaje. Solo de este modo podemos entregarnos de manera sincera a la materia que estamos trabajando olvidándonos de los resultados.

A esto lo llamo yo aprender a aprender.

El proceso de aprendizaje puede ser en sí mismo fuente de mucho disfrute si se vive de este modo.

Referencias:

Gelb, M. J. & Buzan T. (1994). «Lessons from the art of juggling. How to achieve your full potential in business, learning, and life». Harmony Books. New York.